domingo, 26 de diciembre de 2010

Mies, Eames y Starck en la casa de Flynn, dentro del Universo Digital TRON


En 1982, Steven Lisberger y la compañía de animaciones Disney apostaron por una película que hacía confluir dos sucesos muy populares por entonces: la primera generación de videojuegos y la trilogía original de la Guerra de la Galaxias. Un personaje dentro de un programa de software, en un micro-universo tan vasto y complejo como el mismísimo espacio. El motherboard (o su imagen saturada de circuitos) se convertía en una gran estructura urbana.¿Cómo podían los personajes y los objetos exponer una apariencia digital? Trajes y planos oscuros de caucho con líneas lumínicas de colores y una gran grilla que marcaba el ritmo general de los cuadros.
Ahora es el turno de su legado, dirigido por Joseph Kosinski. 28 años más de tecnología digital separan claramente las imágenes de pantalla, pero la idea conceptual del diseño se mantiene; es que justamente ese es su mejor legado.
Cuando es necesaria una grilla que se despegue de la cuadrícula base, aparece la trama hexagonal, un asomo a las estructuras naturales entre tanto digital. Y los Daft Punk musicalizando con sus típicos cascos a lo Ayrton Senna.
Pero estamos escribiendo sobre esto para decir unas breves palabras acerca del interior de la casa de Kevin Flynn, el personaje de Jeff Bridges. Y del fuerte recuerdo hacia Mies que se huele en el interior. En la imagen más digital posible, un pulcro minimalismo modernista es a estas alturas un lugar común (¿para cuando un universo interespacial, digital o futurista de carácter victoriano, colonial o gótico?, como en Flash Gordon). Aquí dos planos blancos definen el espacio, el inferior una cuadrícula retroiluminada (un solo color allí provocaría unos pasitos a los Michael…) que se desarma parcialmente en vertical marcando los desniveles. El gran ventanal no es de vidrio, sino un plano virtual al natural (¿?). Las esquinas redondeadas y pocas texturas aportan los libros viejos y las paredes de piedra, pocas pero con una textura demasiado fuerte para contraponer su carácter al frío plástico del blanco; hay algo del MAXXI en todo esto... ¿El mobiliario?: la poltrona Eames después de 5 horas de soplete blanco, mucho estilo Starck materializado de vidrio que oficia de contrapunto y, casualmente, la poltrona Barcelona de Mies, sin retocar.
Hay también una referencia general a la casa Wall-Less (1997) de Shigeru Ban en Nagano, pero como lo mencionamos anteriormente, Mies trae todos los recuerdos.
El pabellón de Barcelona era una escenografía pictórica para la evocación de lo nuevo, que eran las vanguardias, en particular la radicalización geométrica de las propuestas del grupo De Stijl. La influencia de las casas japonesas también estaba en el origen mismo de la inspiración: la obra de Frank Lloyd Wright. Lo que se veía dentro o fuera del pabellón no era más que el revestimiento montado sobre la verdadera estructura. En la casa de Mr. Flynn, la evocación de lo digital parece ser exactamente lo mismo; inclusive no es casualidad que el personaje aparezca en el medio sentado y “meditando”. Hay planos de agua, texturas naturales y grillas de orden. Los colores de los objetos aportan el sentido del espacio. En el mundo más digital de los mundos, Mies ha encontrado un lugar. Si lo viera Jacques Tati…
Ah, ¿La película? Poca acción y mucho lugar común…aunque no llega a aburrir
Editado por el arq. Martín Lisnovsky

2 comentarios:

Andrés dijo...

Un ejemplo de película futurista con toque barroco es Duna, creo.

arq. Martín Lisnovsky dijo...

Es que el primer jefe de diseño de la película fue....SALVADOR DALÍ!!!!!, y con una visión mas propia de los 70. Es más raro pensar en algo por el estilo en los últimos 10 años. Bien por el comentario, Andrés, muchas gracias

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