miércoles, 24 de febrero de 2010

Asimov, texto 1: Su Historia sobre la Gran Pirámide de Keops (Jufu)


"El sucesor de Sneferu fue Jufu. Con este monarca, la elevación de pirámides alcanzó su apogeo, pues a él se debe la construcción de la mayor de todas. Esto ocurrió hacia el 2580 a. C, precisamente un siglo después de que Imhotep lanzara la moda. Tal era la rapidez (para aquellos tiempos) con que avanzaba la tecnología egipcia.
Jufu construyó su pirámide monstruo en una meseta rocosa, a pocas millas al norte de Sáqqara, cerca de donde se halla hoy la ciudad de Giza. Cuando la pirámide estuvo terminada, su base, cuadrada, medía 755 pies por cada lado, es decir, cubría una superficie de trece acres. La pirámide medía de la base a la cúspide 481 pies. Esta «Gran Pirámide» está formada por trozos de piedra —en número de 2.300.000, según se estima, con un peso medio de dos toneladas y media por pieza—. Cada uno de ellos fue transportado desde las canteras próximas a la Primera Catarata, a unas 600 millas de distancia (por vía fluvial, naturalmente —sobre barcos arrastrados río abajo por la corriente del Nilo—). Entre las rocas de granito se construyeron redes de pasajes que conducían a una cámara cercana al centro del enorme edificio, que habría de albergar el ataúd del rey, su momia y sus tesoros. Teniendo en cuenta el estado de la ingeniería en aquellos tiempos y el hecho de que la estructura se ejecutó prácticamente con las manos (no se usó ni siquiera la rueda), la Gran Pirámide constituye sin duda la más noble realización arquitectónica del mundo —si exceptuamos, quizá, la Gran Muralla China—. Los hombres no han dejado de maravillarse ante la Gran Pirámide, la mayor construcción erigida por el hombre; una construcción que no ha sido superada en los 4.500 años de su existencia. Los griegos la calificaron junto con las demás pirámides vecinas de una de las «siete maravillas del mundo», y de las siete enumeradas por ellos, sólo las pirámides pueden admirarse todavía. Y tal vez sigan en pie incluso después de que las naciones modernas hayan desaparecido como el antiguo Egipto y la antigua Grecia.
Naturalmente, la Gran Pirámide atrajo la atención de Heródoto, el cual trató de informarse preguntando sobre ella a los sacerdotes egipcios. Estos le contaron ciertas historias fantásticas que no podemos aceptar, aunque una parte de la información parece razonable. Le dijeron que se había tardado veinte años en construir la Gran Pirámide, y que en ella habían trabajado cien mil hombres. Y esto puede muy bien ser cierto.
También le dijeron el nombre del rey que la había erigido, pero Heródoto tradujo el extraño nombre egipcio a algo que sonase «más griego» y más habitual a sus oídos, por lo que Jufu se convirtió en Keops; y nosotros estamos mucho más familiarizados con la versión griega, sobre todo con su ortografía latina Cheops (por lo general, la versión griega de los nombres egipcios nos es conocida mejor en su ortografía latina, y de ahora en adelante los escribiré siempre con ortografía latina).
Nos gusta creer que los cien mil constructores de la pirámide eran esclavos, sometidos al látigo de despiadados vigilantes. Muchos creen, por haberlo leído en la Biblia, en el libro del Éxodo, que muchos de los esclavos eran judíos. Sin embargo, la Gran Pirámide y las edificaciones hermanas fueron construidas unos mil años antes de que los israelitas llegaran a Egipto, y en todo caso, es muy probable que las pirámides fueran construidas por hombres libres que trabajaban a gusto y recibían un buen trato.
Debemos recordar que en la cultura egipcia de aquellos tiempos existían buenas razones, generalmente aceptadas, para la construcción de tales pirámides. En efecto, se construían para complacer a los reyes divinizados y a los dioses, y para garantizar la paz y prosperidad del pueblo. Probablemente los constructores emprendían su tarea con el mismo espíritu con el que los hombres del Medievo construían sus catedrales, o los de hoy sus presas hidroeléctricas. En efecto, varios historiadores han sugerido que las pirámides fueron erigidas en una época en que las crecidas del Nilo imposibilitaron los trabajos agrícolas, por lo que una de las razones de tal decisión fue crear trabajo y mantener ocupado al pueblo.
El interés por la Gran Pirámide en el último siglo se ha basado en aspectos místicos. Debido a que la estructura es tan gigantesca y se halla realizada con tanta precisión (los lados de la base cuadrada están orientados de manera casi exacta en dirección norte-sur y este-oeste) muchos han estimado que los egipcios tenían acceso al gran saber, a la ciencia, y que ciertas mediciones incluían los valores de cantidades matemáticamente importantes. Se pensó asimismo que ciertas características menores de los pasadizos interiores eran oráculos que predecían el futuro en sus más insignificantes detalles y que el final de los pasadizos daban la fecha del fin del mundo (no tan lejano en nuestros días). Incluso algunos creían que el hecho de que la Gran Pirámide hubiese sido edificada junto al punto en que se cruzan los meridianos 30° de latitud norte y 30° de longitud este, indicaba que los egipcios sabían que la Tierra era esférica, que 360 grados forman una circunferencia y, lo que es más importante, que con una antelación de muchos miles de años, ¡sabían ya que el primer meridiano iba a ser establecido arbitrariamente sobre la ciudad de Londres!
Otros han pensado, además, que la Gran Pirámide era un observatorio astronómico, y alguien escribió en cierta ocasión un libro (que me fue enseñado en forma manuscrita) en el que sostenía que la estructura en cuestión era en realidad una pista de lanzamiento para cohetes espaciales.
Por desgracia, todas estas especulaciones carecen de fundamento. Los egiptólogos han demostrado de manera concluyente que la Gran Pirámide es exactamente lo que se supone que es: una tumba especialmente complicada. Por lo demás, no sirvió para el fin a que estaba destinada, es decir, la de proteger el cuerpo y los tesoros del difunto Jufu. Pese a que el ataúd estaba colocado en el centro del mayor edificio de piedra jamás construido, y pese a que los pasadizos que llevaban hasta la cámara mortuoria habían sido camuflados y cegados, los ladrones fueron capaces de penetrar en él. Así, cuando los exploradores modernos pudieron abrirse paso finalmente hasta el centro de la pirámide, sólo encontraron un sarcófago sin tapa en una habitación vacía.
La pirámide de Jufu representa la culminación. A partir de entonces comienza el declive de este tipo de arquitectura. Jufu tuvo como sucesor a su hijo mayor, luego a su hijo menor. Este fue Jafre, al que Heródoto denomina Kefrén; construyó una pirámide notablemente más pequeña que la de su padre, hacia el 2530 a. C. Trató de engañarnos al construir su pirámide sobre una elevación mayor, de modo que el vértice superase el de la pirámide de Jufu. Buena parte de la piedra caliza que la recubría se conserva cerca de la cúspide.
.."
Isaac Asimov. Historia de los Egipcios. Alianza, Ediciones del Prado, Diciembre 1993
Original: The Egypcians, 1967

Fotografías tomadas de la web. Seleccionado por el arq. Martín Lisnovsky

1 comentario:

Wunderkammer dijo...

Me encanta como escribe Asimov, y no sólo sus novelas de ciencia ficción.No sé cómo lo consideraría un experto, pero me gusta su lenguaje sencillo y directo.
Sus escritos sobre los egipcios marcaron fuertemente mi primera juventud. Especialmente en cuanto a influencias iconográficas en otras religiones.
Gracias por traérmelo de nuevo.
Saludos

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